Dicen que los que persiguen sus sueños consiguen hacerlos realidad. Un claro ejemplo de ello es Ana Garrido, estudiante de 5º de Periodismo en la UVa.
“Yo siempre quise ser periodista” afirma Ana con una sonrisa que muestra una vocación por esta profesión que nació temprano. Su sueño, sin embargo, se vio truncado en el momento de entrar por primera vez en la universidad, pues en aquella época aún no se impartía la licenciatura en Valladolid. “Mis padres me pidieron que hiciera algo aquí y opté por mi segunda opción, Filología Hispánica”.
Hace más de una década, en su mesa de estudio, las obras literarias no dejaban espacio a la grabadora. El espíritu inquieto de la estudiante, actitud principal de todo buen periodista, le llevaría a cambiar esa realidad y a realizar prácticas en la cadena COPE en su segundo año de carrera. Su trabajo y esfuerzo durante aquel verano se vio recompensado con una plaza fija en la emisora. Y, aunque sabía que su obligación en ese momento era terminar sus estudios, no dudó en aceptar el puesto.
“Mis padres se preocuparon porque pensaron que si empezaba a trabajar dejaría de lado la carrera, pero les hice la firme promesa de que eso no iba a pasar”. Y Ana cumplió su palabra, aunque no sin grandes esfuerzos. Combinó las clases con el trabajo en COPE y consiguió licenciarse a la vez que sus compañeros de promoción.
La posesión de un título universitario y sus años de experiencia en la radio le dieron la posibilidad de ser reconocida como profesional del periodismo por la FAPE y adquirir el carnet de prensa. Tras este logro, se pasó “al otro lado” y ocupó el puesto de Jefa de Comunicación de la Consejería de Sanidad en la Junta de Castilla y León. Dentro de esta institución ocupó varios puestos hasta llegar a la Dirección General de la Oficina del Portavoz y Relaciones con los Medios, donde trabaja actualmente.
Ana Garrido ha tenido la oportunidad de conocer los ‘dos lados’ de la profesión, las dos caras de la moneda, los medios de comunicación y los gabinetes de presa. Ante la pregunta obligada de con cuál de los dos se queda, sale airosa haciendo suya una frase de Félix Antonio González, autor de los ripios de El Norte de Castilla, “estoy casada con el gabinete, pero mi novio es la radio”.
En este punto muchos podrían pensar que nuestra entrevistada ya había conseguido su sueño, pero ella todavía tenía “una espinita clavada”… “Yo sí creo que un periodista debe estar formado como periodista, que debe estudiar periodismo”. Fue por este motivo, y aprovechando que podía hacer el segundo ciclo de la titulación, por lo que decidió entrar nuevamente en la universidad. “Nadie me exigía el título, pero me parecía un acto de coherencia”.
Volver a la facultad ha sido como un “elixir de la juventud” para Ana y, aunque reconoce que cuesta volver a coger el hábito de estudio, retornar a las aulas unos años después también supone ciertas ventajas… “Tienes mejor capacidad de síntesis”.
Rejuvenecer y volver a ser optimista son otros aspectos positivos de su reencuentro con pupitres y pizarras. “A veces ves cosas que no son como las habías soñado y vas arrastrando ciertas amarguras. Pero cuando llegas aquí, la ilusión de los compañeros se contagia”.
Sin dudar, Ana afirma que lo mejor que se lleva de estos dos últimos años es a “mucha gente en la cabeza, amigos para toda la vida, algo muy valioso”.
Y es a esos compañeros de carrera, tanto a los de su año como a los que vienen detrás, a los que anima a seguir sin desanimarse. “Hay gente muy brillante y no puede ser que no tengan oportunidades, que no puedan ejercer la profesión y se les pinte un panorama tan negro como para no poder abrirse camino”.
Ana es realista. Confiesa que éste es un oficio difícil de conciliar con otras ocupaciones, pues “un periodista no lo es solo de ocho de la mañana a tres de la tarde”, pero mantiene que no es imposible.
“Yo tengo una familia, gozo de una vida estable, puedo vivir. Ahora trabajo y estudio a la vez, pero no por ello me considero una superwoman”, comenta. Eso sí, “ésta es una profesión que deberían ejercer solo las personas que realmente estén enamoradas de ella, porque es muy vocacional”.
Una buena preparación, dominar los idiomas, no desanimarse, no cerrarse a nada y tener una nutrida agenda. Estos son los consejos que Ana Garrido da a sus compañeros, a los que alienta a no desistir. Y es que, a pesar de todo, esta profesión “tiene una chispa y un brillo especial que compensa”.
Marta Yuste