DANIEL ALONSO REDONDO  |  Fotografía: Daniel Alonso  |

Siempre queda trabajo por hacer, pero por desgracia, la actualidad del mundo contemporáneo nos obliga a pensar que el respeto a los derechos humanos se vulnera cada vez más. Desde diferentes posturas, ideologías y discursos, poco a poco disminuyen en su legitimidad, no solo en países en vías de desarrollo sino también en países desarrollados como el nuestro. Javier García Medina, director del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Valladolid es una de las personas que lidera la defensa de los derechos humanos en la ciudad vallisoletana.

P: ¿Cómo surgió la idea de crear el observatorio?

R: La creación del observatorio está motivada por un congreso que se hace en Valladolid previo a la existencia del mismo. Este congreso llevaba por título ‘La segunda controversia de Valladolid’, un título muy evocador, ya que la primera controversia de Valladolid, que supuso el diálogo entre Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda, precisamente se hacía en Valladolid. A partir de ahí, Manolo González fue quién la impulsó, y que posteriormente fue recogida por el rector de aquel momento Evaristo Abril y su vicerrectora Cristina Aguilarte. Después, Cristina nos encargó a Cristina Corredor y a mí la puesta en marcha de este centro.

Pregunta: ¿Cuánto tiempo lleva trabajando el observatorio?

Respuesta: Se constituye el 10 de diciembre de 2009, precisamente el Día de los Derechos Humanos. Desde entonces hasta ahora viene trabajando en esta labor. Al principio con algunas dificultades, pero ahora más asentado.

P: ¿Cómo funciona el observatorio por dentro?

R: Como en todos los centros, hay un director, que en este caso me corresponde a mí serlo, pero también hay una junta directiva y luego un consejo más amplio de profesores que se va incrementando a medida que pasa el tiempo. Lo que pretendemos es apoyar las iniciativas, vengan de donde vengan.

P: ¿Qué actividades llevan a cabo?

R: Las actividades son variadas. A lo largo de todo este tiempo hemos organizado congresos nacionales, internacionales… Una labor fundamentalmente de difusión, pero no solo. También hemos realizado informes para el Ayuntamiento y para otras entidades en las cuales nos hemos implicado en el estudio, porque nosotros no somos activistas, somos investigadores de derechos humanos.

Hay un elemento complementario, que creo que es importante conocerlo, y es la creación en 2019 de la clínica jurídica, proyecto de innovación docente que se lleva realizando desde 2012 y que no es más que una modalidad de aprendizaje – servicio de metodología en la que los estudiantes aprenden haciendo.

Hemos realizado distintas clínicas jurídicas con distintos colectivos. En esta colaboración con la clínica jurídica hemos encontrado elementos que nos sirven. Por un lado, el observatorio nos ayuda a difundir, a realizar una actividad más académica, y la clínica jurídica nos permite entrar en contacto con la realidad, en ámbito local o internacional. De hecho, alguna vez hemos participado con instituciones americanas como la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

P:  ¿En qué situación se encuentra Valladolid en la defensa de los derechos humanos?

R: Yo creo que en estos momentos existe gran sensibilidad por parte de las entidades. Decir que los derechos humanos se disfrutan al 100% es complicado, porque existen colectivos que los ven vulnerados en un porcentaje, como inmigrantes y gitanos.

En cuestiones de discriminación racial, creo realmente que se ha avanzado. Que una de las concejalías más importantes la ocupe Carmen Jiménez ayuda mucho a que exista una sensibilidad especial. La discriminación racial lleva a un disfrute menos pleno a derechos como la educación, porque se generan colegios ghetto o se impide el acceso a la vivienda. Ese tipo de hechos se producen, pero al mismo tiempo se dan mecanismos para que no sucedan. Otra preocupación son los colectivos LGBTI. La ciudad no se puede sustraer a lo que pasa en otros ámbitos, los ataques que puedan suceder de distinto tipo, físicos o a través de redes y que la pandemia ha puesto todavía más en peligro. Hay un alto grado de sensibilidad y yo creo que la ciudad está trabajando para que esos elementos no vayan a más y se produzca la protección, garantía y disfrute de los derechos de cualquier persona.

La ciudad funciona razonablemente bien, siempre habrá episodios, como no puede ser de otra manera. La ciudad está vigilante, en este sentido el Ayuntamiento está haciendo una importante labor. Me parece que tiene una sensibilidad particular para atender estas situaciones.

P: ¿En qué postura se encuentra el observatorio con respecto a lo que está ocurriendo en Ucrania?

R: Directamente no nos ha afectado, pero sí que es verdad que nosotros lo que hemos hecho es participar de una guía en colaboración con otras clínicas jurídicas que hay en España. A través de la clínica jurídica, una serie de estudiantes han generado un espacio de información de lo que son las normas de solicitud de protección internacional para las personas víctimas de la invasión rusa a Ucrania. El resultado es una guía elaborada con el objetivo de facilitarles conexiones y mecanismos, algo práctico para que puedan tener la mayor facilidad en los trámites de solicitud de protección internacional.

P: ¿Aún queda mucho camino por recorrer?

R: Sí. Sí, porque el momento en el que estamos actualmente, es un momento de parón mundial en relación a los derechos humanos debido a los discursos antiglobalistas, discursos anti derechos humanos. Estos discursos son muy peligrosos porque nos estarían diciendo que no existen derechos humanos, normas que nos amparan más allá de nuestras fronteras. Los derechos humanos no son exclusivamente una llamada al buenismo, son normas jurídicas y son compromisos internacionales por parte de los estados, aunque se puedan cumplir más o menos.

Los discursos que progresivamente adquieren mayor protagonismo en el fondo están negando que existan personas que tengan reconocidos sus derechos en cualquier parte del mundo, por lo tanto, provoca que veamos a algunas personas como inferiores cuando no lo son. La dignidad humana es intrínseca, los derechos humanos dan un sentido jurídico a la dignidad humana. Los discursos antiglobalistas son tremendamente peligrosos y algo que no nos podemos permitir, ya que nuestro estado de derecho se cae. Las dificultades nos tienen que hacer darnos cuenta el valor de los derechos humanos como elemento de crítica, de freno, de lucha, de dignificar a mucha gente.