«Carlos Aganzo o el periodista que se hizo a sí mismo»

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1960

Ni Juan Carlos Fernández Aganzo, ni ‘Juan de Muro’. Ni siquiera El Avisador. Tan solo Carlos Aganzo, que como un Larra moderno, encumbrado desde el anonimato que proporciona un pseudónimo brillante (ya sea ‘Duende’, bien sea ‘Fígaro’), descubre a Inform@UVa una espontaneidad inherente a su particular estilo.

Una hora de charla con el periodista y escritor sirve para conocer al actual Director de El Norte de Castilla, el voraz degustador de poesía, jazz e innovación que, sin embargo, no destierra la nostalgia por el periodismo político (hoy “convertido en partidista”), y aún espera volver a escuchar en la redacción el sonido de unos dedos que teclean sobre una vieja máquina de escribir.

Con exquisita elegancia intelectual, adornada con una pashmina al cuello y un libro bajo el brazo, nos enseña su despacho. En ese ‘santuario’, en forma de pequeños detalles, se dan cita la pintura, la literatura y la vocación periodística. También las nuevas tecnologías, que delatan lo que poco después reconocerá: “en Internet me siento natural”. Sin embargo, una mirada de soslayo sobre la grabadora digital da pie a la primera pregunta.

-“¿Hay algún problema en grabar esta entrevista?”

– “No. No… En absoluto”. Sonríe con educación. “La grabadora parece convertir lo que dices en algo más relevante, eso es todo”. Pero no, eso no es todo. Carlos, un periodista avezado que está a punto de cumplir su treinta aniversario en la prensa escrita, termina por confesar que él jamás utilizó más herramientas en este oficio que sus dotes de buen conversador, su memoria para recordar las frases  sustanciosas y su capacidad para “transformar a través de la palabra”.

La grabadora retorna al bolso del que nunca debió salir. Su ausencia convierte lo que habíamos concertado como mera entrevista en una clase magistral, una suerte de encuentro  entre unas aficionadas al periodismo y un periodista que crea afición.

“Periodista y escritor, el poeta que dirige un periódico”, matiza Aganzo. Su trayectoria profesional respalda sus palabras.

Durante su etapa como estudiante en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense (“y mira que es triste hablar de ‘Ciencias de la Información’ para referirse a un oficio que es todo menos exacto, inmutable o aburrido”), el poeta madrileño pisó la Universidad lo imprescindible. La biblioteca, lo deseable.

En los primeros meses de la carrera, un jovencísimo Carlos se abrió camino como colaborador del diario Ya. Era tan solo “un membrillo que quería ser periodista y escritor”. Sin embargo, aquel ‘membrillo’ tuvo una fase de maduración acelerada, extraordinaria. Pasó del árbol a la mesa, sin rozar el suelo.  

Jamás llegué a ocupar un puesto de redactor”. De colaborador de un reconocido periódico ascendió a jefe de la sección de local y, más tarde, a subdirector. Su fe en el cuarto poder como contrapeso de una democracia pervertida, y su inquietud por ahondar en “el periodismo entendido como género cultural”, le proporcionaron la fórmula del progreso.

No me considero excepcional, lo verdaderamente extraño sería que un director de periódico no fuera polivalente. Polivalente como lo era Bécquer”. Gustavo Adolfo es un referente para el Aganzo periodista, y más que un padre literario para el Aganzo literato. No en vano sus hijos “llevan el apellido Bécquer”, mientras él le hace honor con su lirismo castellano:

“Hay un puente de sueños

que une las hazañas de los hombres

con el sacrificio secreto de los héroes”

Estos versos, dedicados al malogrado ciclista conocido como El Chava, podrían servir también para presentar a su autor, conocedor de que “no hay desarrollo sin sacrificios”. Hablar de recompensas, sin embargo, es para alguien menos modesto que quien acaba de ganar el II Premio de Poesía Universidad de León con “La flauta de los bárbaros, (un poemario donde la palabra ‘rutina’ es tan asonante que no tiene cabida). 

Paralelo al mundo de las rimas, un mérito más abstracto camina… Carlos no sólo sabe que “en el 90% de los casos se nace periodista”, lo reconoce en el brillo de una mirada curiosa que él mismo examina con los ojos centelleantes. Después de todo, “la crisis no está afectando a este oficio más que al resto”.

En el ‘santuario’, donde se dan cita la pintura, la literatura y la vocación, nadie echa de menos el tic-tac de un gran reloj. Aún así, de repente, comprendemos que ha transcurrido más de una hora desde que comenzamos a charlar con el poeta, escritor, blogger, periodista… Que entre anécdotas, versos, risas y hazañas se ha escapado el tiempo. Que en ese rato la grabadora, desplazada a la categoría de ‘inútil’, ha acumulado polvo, mientras la mente rebosa inspiración.  

Nuestro ‘Profesional Protagonista’ se despide: “el futuro empieza mañana”, recita. ¿Simple esperanza? ¿Aventurada premonición? Tan solo una muestra más de lo que representa Carlos Aganzo, el periodista que se hizo a sí mismo.

R. Quevedo

3 COMENTARIOS

  1. Hola Carlos,

    ¡¡ MUCHAS FELICIDADES !!

    Acabo de ver que hoy es tu cumpleaños …

    … ¡¡ y que cumplas muchos más !!

    Mara

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