“Uno de los grandes pensadores de la comunicación y de la cultura de nuestro tiempo […] Comprometido, incapaz de mirar a otro lado cuando hay problemas, un hombre de acción, viajero incansable, curioso por naturaleza, trabajador insaciable”. Así anunciaba la coordinadora de la titulación de Periodismo en la UVa, Salomé Berrocal, al prestigioso sociólogo Armand Mattelart en su visita a la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid el pasado lunes 24 de febrero, cuando el teórico presentó ante los alumnos su último libro, ‘Por una mirada-mundo’.
Con la intención de trasladar a la audiencia una interrogación sobre cómo se producen las problemáticas comunicativas, el sociólogo belga -posteriormente emigrado a Chile- iniciaba su ponencia afirmando que “hemos vivido en un periodo coincidente con el neoliberalismo profético, atrapados en una especie de fatalidad que reducía el pensamiento connacional a lo que era, y no a lo que debía venir”.
Mattelart, quien no se formó en comunicación sino en Derecho y, más tarde, en Demografía, fue expulsado de Chile al producirse el estallido del golpe de Estado de Pinochet, lo que le obligó a emigrar nuevamente, esta vez a Francia junto a su esposa e hijos. Será por tanto en territorio francés donde se plantee algunos de los conceptos básicos dentro de su pensamiento y donde se dé cuenta de la problemática tardanza en cuanto a la creación de facultades de comunicación.
Sobre la entrada en la era de la globalización que, asegura, “ha sido marcada por el economicismo”, el autor presenta su famoso concepto “comunicación – mundo”, tratando de mostrar que “la racionalidad comunicativa tiene mucho que ver con el auge de la comunicación”.
En relación con la idea anterior, su discurso evoluciona hacia la “utopía planetaria”, es decir, al cómo “a partir de la llegada de las tecnologías de la comunicación se ha construido el mito mesiánico de la comunicación redentora”, o lo que es lo mismo, la “noción trampa” en torno a la sociedad de la información.
Además de estas cuestiones, para Armand Mattelart es importante hablar del “nuevo modo de gobernar a través de perfiles cada vez más precisos en todas los lugares en los que uno se vuelve cliente del Estado” y, por otro lado, “de los perfiles que surgen a partir de las nuevas tecnologías y de medios como las redes sociales”. Se encarga de dejar bien claro, eso sí, que él no es “en absoluto tecnófobo”, sino que se limita a mostrar una preocupación por “Internet como revolución de los sistemas de comunicación”, así como por la evolución “de esos medios de control automáticos, invisibles y nuevos”.
De este modo, el rebautizado como “ejemplo de joven inquieto” finaliza su conferencia en Valladolid agradeciendo a su editor el hecho de “ayudarle a ir en contra de los formatos establecidos” para cuestionar, una última vez, el concepto de globalización cultural, es decir, del imperialismo cultural traducido en “modo de organizar la sociedad”.
Por: Miriam Fernández Badiolade